Análisis al fenómeno de Onlyfans, la red social que promete monetizar el contenido explícito que los jóvenes puedan producir para sus millones de usuarios.
El aumento acelerado de las cifras de desempleo en todos los
continentes a causa de los estragos que ha dejado a su paso el brote del nuevo
Coronavirus, está orientando a la población joven a tomar decisiones drásticas
para llevar algo de dinero a sus hogares y no pasar hambre.
Con suerte, unos optan por invertir recursos para modernizar
sus proyectos de emprendimiento, desarrollando aplicaciones para celulares en
las cuales puedan conservar a clientes y prospectos, a través del ejercicio del
comercio electrónico.
En la otra orilla, y con menos posibilidades para afrontar
esta crisis, existen aquellos jóvenes que antes del confinamiento aún no habían
conseguido su primer empleo, y por las circunstancias, hoy ven con nuevos ojos
la idea de vender lo poco que les queda como propio: su privacidad.
De acuerdo con la revista Forbes,
a comienzos de este año cerca de 3.5 millones de cibernautas se registraron en Onlyfans, la red social de paga que
ofrece retribuciones económicas a hombres y mujeres desde los 18 años, que
estén dispuestos a producir material de tipo sexual para sus usuarios.
En mayo pasado, 200 mil nuevos perfiles fueron creados en
menos de 30 días, y de éstos, 8 mil se registraron como proveedores de
contenido. Mark de 32 años, es uno de ellos, y su historia de vida no es
distinta a las demás.
Según relató este hombre a la BBC, los hechos que lo motivaron
a renunciar al pudor e intercambiar con extraños cientos de fotos y videos de
su cuerpo al desnudo, fue el haber perdido su trabajo en un resort de cinco
estrellas, y el no recibir respuesta de los supermercados donde posteriormente
fue a llevar hojas de vida.
“Onlyfans paga mi
renta, paga mi comida, paga mi carro para seguir circulando. Literalmente, me
paga todo lo necesario para vivir”, asegura Mark.
No obstante, el panorama al interior de su hogar no es el más
placentero, porque sus allegados le dieron la espalda al enterarse de su nuevo
oficio, señalando que la producción de pornografía lo llevaría tarde que
temprano a ejercer la prostitución.
Un pensamiento para nada descabellado, teniendo en cuenta que
Onlyfans toma el 20 por ciento de los
ingresos mensuales de sus creadores de contenido, más los impuestos que cada
uno de éstos deben pagar en sus respectivos países y entidades bancarias.
En otras palabras, un usuario de dicha plataforma sólo llega
a recibir el 40 por ciento de lo recaudado en el mes.
Razón por la cual, quienes están interesados en hacer más
dinero o, recuperar lo perdido en el pago de impuestos, cruzan la barrera de lo
virtual a lo real para ofrecer servicios de acompañante, sexo casual, e
incluso, convencer a sus parejas para
dejarse grabar en la intimidad, y luego negociar el video con el mejor postor.
“He recibido una serie de propuestas sexuales desde que abrí
una cuenta en esa red social. Creo que se debe a los videos íntimos que
comparto con mi pareja. Así que, si mis clientes están dispuestos a pagarme el
dinero suficiente, yo tendría sexo con ellos”, confesó el ex participante del reality El Desafío, Estibens Julio Blanco, al programa La Red del canal Caracol.
En la actualidad, la vida de Estibens gira en torno a la pornografía, la prostitución y el lujo
a todo costo. Él lo reconoce, y afirma no tener problema con ello.
“Mis clientes me pagan entre $250 a $350 mil pesos por una
hora de sexo. En ocasiones, ellos me dan dinero sólo para que yo les peque,
pero no quieren sexo (…) Recuerdo que, unos meses atrás fui de viaje con un Sugar Daddy a la ciudad de Nueva York, y
me divertí mucho porque fuimos a comer, hicimos compras y fuimos al teatro. Por
lo general, son hombres de 50 años en adelante”, agregó.
Muchos hombres como Estibens
y Mark se sienten seguros de que nada
malo pasará con su imagen pública, porque Onlyfans
los provee de herramientas de privacidad en línea para que sus fotografías y
videos no circulen en internet sin su autorización.
Sin embargo, nada de esto es cierto.
En los últimos meses, usuarios de redes sociales como Twitter,
comparten de manera gratuita el material explícito por el cual pagaron
suscripciones en Onlyfans.
De este modo, ellos pretenden ganar más seguidores, y de
paso, construir comunidades que giren en torno al sexo, donde ellos tienen el
control de la situación sin exponer sus verdaderas identidades.
Una problemática que los creadores de Onlyfans no proyectaron, y de la cual tampoco demuestran interés
por tomar acciones al respecto.
Quizás por esta despreocupación de la plataforma,
adolescentes como Michael Hoffman,
han tenido que afrontar en soledad las consecuencias de la filtración de sus
fotografías que, por lo general, desencadenan trastornos de depresión y
ansiedad en las víctimas.
“Perdí chica tras chica. No puedo mantener una relación de
pareja. No puedo conseguir un trabajo formal. No puedo salir a ninguna parte.
Mis amigos se han alejado de mí”, señaló Hoffman
en su último tweet, antes de desaparecer de las redes sociales.
Lo más triste de éste y muchos otros casos, es que son
olvidados o no tenidos en cuenta por los cibernautas e influenciadores que, día
a día parecen sumarse al colectivo de estrellas porno en potencia que Onlyfans crea a su paso.
Nadie dice nada, pero al mismo tiempo todos son cómplices de
un fenómeno que ha sido normalizado, al punto de convertirse en un referente de
ingresos en tiempos de pandemia.
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